miércoles, 24 de diciembre de 2014

Marblava. Cuentos desde mi mundo, 2002

[Marga Font Roig]

Gente es una palabra tan amplia que, a decir verdad, aporta poca información. La hay muy variopinta y creo que nadie se atrevería a establecer una clasificación completa.
En mi vida he conocido gente muy diversa. Algunas personas siguen acompañándome, otras pasaron muy fugazmente y, por qué no decirlo, otras fueron peores que un dolor de muelas, que afortunadamente ya pasó.
También he percibido que las personas tenemos luz, como si fuese una bombilla que podemos encender o apagar. En algunos casos se mantiene a oscuras, en otros es más tenue y en muy contadas ocasiones una persona es capaz de irradiar un brillo casi cegador.
Es como si en una imagen sombría, donde todos los seres vivos apareciesen planos, alguien nos hiciese volver la cabeza para contemplar su color. He conocido algunas personas así y debo admitir que aunque no se esconden, tampoco necesitan llamar la atención, porque sobresalen al natural. Esa es precisamente una de sus características: la espontaneidad, la sencillez, la risa contagiosa y la muy difícil e inestable serenidad.
Es una sensación casi mágica, porque transmiten paz, seguridad y mucha confianza. A veces pueden llegar a ser tan radiantes que lo único que te apetecería es apagar el interruptor y dejarles a oscuras pero, cuando lo piensas bien, agradeces tener esa lucecita a tu lado, porque de alguna u otra forma, te contagian. Empiezas a notar un brillo especial que sale de tus zapatos y tienes ganas de comerte el mundo. Nunca lo haces, puesto que con un bocado de humanidad en estado puro ya estás servida, pero siempre andas picoteando e intentando transmitir tu paz a otras personas a las que, tal vez, se les han fundido los plomos.
Esta gente luz no es perfecta, por esa razón es auténtica. También, tienen días en los que necesitan recargar ese brillo y lo mejor de todo es que lo admiten. Llenan su depósito, te cogen de la mano y siguen adelante.
Si hay problemas a su alrededor, intentan hallarles una solución práctica y sino se puede hacer nada, no sufren ningún tipo de descarga. Simplemente, respiran hondo y dejan de preocuparse por lo inevitable.
Sé que estas estrellas tan cercanas no brillan todo el día, porque su misión es a tiempo parcial, pero también sé que si tienes la suerte de encontrar una luz en tu vida, no la apagues, llénate de su fuerza y transmítela a tu mundo; aunque no lo parezca, son muchos los que aún andan a tientas.


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